domingo, 19 de octubre de 2008

“El Historiador y su compromiso ante el documento: uso y conservación, una necesidad académica” `[1]

Nos encontramos como civilización en una época delicada, donde las redes de contención social y las fuentes de sociabilidad están debilitadas, la medida del hombre está pautada por metas impuestas desde el consumo, estableciendo que nada sea duradero en el tiempo al germinar la noción de lo desechable.

De este modo, se pierde el sentido de trascendencia histórica al diluirse en el “presentismo”[2] donde, como lógica consecuencia, desaparece toda necesidad de conservación. En este contexto los documentos históricos se hallan expuesto a la decidía y el desinterés, poniendo en peligro su existencia.

Por esta razón, uno de los aspectos más vulnerables del Patrimonio Cultural, manantial para el conocimiento histórico como fuente de aproximación a la realidad del pasado, es el Patrimonio Documental.

Nuestra sociedad genera permanentemente documentos, ya sea de índole privada o pública, ya sea tangible o intangible, que luego de culminar su tiempo legal se transforman en históricos. Al mismo documento le caben dos realidades diferentes, en cuanto a su conservación, en ambas etapas. El documento en su curso legal goza de mecanismos de conservación efectivos, debido a la presencia coercitiva del Estado; pero al finalizar el mismo, y convertirse en históricos, carece de tales elementos de protección, quedando abandonados y sujetos a la buena intención del Estado o de la sociedad.

Nuestra nota pretende generar una reflexión crítica sobre la situación de los documentos, tangibles o intangibles, como problemática y acción ineludible de los profesionales de la historia. El estado actual de la ciencia nos obliga a replantearnos el rol que el historiador tiene ante el documento histórico, tanto en su uso especifico como en su conservación, desde una postura activa frente a este problema. Ampliándose, de esta manera, su competencia; no sólo le concierne su uso científico sino también es responsable, junto al Estado y las demás instituciones, de su rescate y conservación.

En síntesis, hoy la actividad profesional en las ciencias sociales se encuentra ante una encrucijada que le impone la práctica misma de su profesión. Realidad que se

traduce en la necesidad de incorporar académicamente la construcción de un conocimiento adecuado que cubra la carencia teórica frente a la manipulación de fondos documentales acéfalos de profesionales que los organicen y conserven. Traducción que impone una jerarquiazación de la archivistica dentro de los planes de estudios de las diferentes carreras de las Ciencias Sociales, especialmente en aquellas vinculadas directamente en la manipulación de los documentos. Al menos urge no contribuir en la destrucción de fuentes documentales que forman parte de nuestro acerbo patrimonial y son la sabia y materia prima en la construcción del conocimiento del pasado, cuya causa sea simplemente la falta de herramientas teóricas adecuadas cuando se tiene el espacio académico necesario para desarrollarlo.

Prof. Otero Cintia; Prof. Ramírez Eduardo


[1] Extracto del trabajo “El Historiador y su compromiso ante el documento: Uso y conservación, una necesidad académica”, presentado en las “IV Jornadas sobre identidad Cultural y Política Exterior en la Historia Argentina y Americana” organizadas por la Universidad del Salvador el 5 y 6 de octubre del 2008.

[2] En el sentido posmoderno de absoluta preocupación por el hoy y ahora, sin mirar el pasado ni proyectarse al futuro.

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